Yungfang tenía pezones gruesos que hacían que los pelos de mis palmas se pararan de punta. Su largo pelo negro se movía por mi nariz mientras le frotaba la mejilla y le quitaba el pelo de la cara. Vi su dedo empujar sus bragas a un lado y dejar que su montículo se levantara un poco. Limpié la humedad de su entrepierna con mi mano antes de deslizar mi dedo entre sus pliegues. Me metí en su húmedo y goteante coño y pude oír su jadeo. Ella me golpeaba a un ritmo furioso y su gordo trasero retumbó en mi vientre mientras Yungfang me hacía el amor. Se estremeció cuando la golpeé con mi polla, y se estremeció más fuerte cuando Yungfang me sostuvo en su lugar y dejó que mi dureza palpitara en ella. Yungfang se estremeció de nuevo cuando la golpeé con otro pico, y gimió cuando le toqué el culo...