Dionkadii llegó al clímax una y otra vez, profundamente, y su cuerpo convulsionó, retorciéndose en los límites de su penetración y rockeando duro mientras la esperma derramada salpicaba alrededor de su agujero y era disparada entre sus dedos. Dionkadii apenas tuvo tiempo de ponerse de pie antes de que se arquease hacia atrás y empezase a montarla en el esperma. Su respiración era irregular y sus caderas se doblaban salvajemente, cada movimiento enviaba presión a través de su cuerpo, su boca estaba abierta con deleite, sus ojos estaban muy abiertos por el éxtasis, y su mano cubría la madera del banco. Cuando Matt llegó a casa, sus esposas habían regresado y se ocuparon de ellas. El fin de semana transcurrió como Dionkadii había imaginado, la variedad era enorme, sólo tres orgasmos, de dos en dos y de uno en tres. A Dionkadii le encantaba. Uno, dos, tres... y Dionkadii se había tomado un segundo para orinar. Matt golpeó con la palma de su mano la mesa a su lado y saltó. "¡Vas a dejarme embarazada!" "No, Matt, eso no fue un error de imprenta, fueron dos orgasmos diferentes. "Dionkadii dejó de moverse y se desplomó, jadeando. "Tengo un tipo que quiere follarme", susurró Dionkadii. "Le voy a decir eso, se sentirá igual que yo, cuando me haga el amor. "Dionkadii se apoyó en él y se volvió hacia él, temblando de deseo. "Es lo mejor que me ha pasado en la vida...